|
Buy this book |
Borrow this book |
Find this book in a library |
HTTP/1.0 200 OK Date: Sun, 20 Jul 2008 14:30:50 GMT Expires: Sun, 20 Jul 2008 14:30:50 GMT Cache-Control: private, max-age=0 Content-Type: text/html; charset=UTF-8 Server: OFE/0.1 Connection: Close
Memorias del cautiverio(páginas de la Revolución Filipina): (páginas de la ...By Graciano Martínez |
|
Buy this book |
Borrow this book |
Find this book in a library |
13 | |
Dingras, ilocanos, Bangued | |
31 | |
pontín, baguio, arbustos | |
44 | |
ñipa, Guardia Civil, Manila | |
61 | |
Zallo, sotros, satis | |
74 | |
Filipinas, masonería, Batanes | |
90 | |
gabarra, Cagayán, panocha |
105 | |
gabarra, Gamut, Nueva Vizcaya | |
124 | |
Gamut, Zallo, Tumauini | |
139 | |
FILIPINAS, perenne, retor | |
153 | |
creto, satánica, sión | |
169 | |
virus, tercer huevo, cisma | |
184 | |
Manila, biosa, prisioneros de guerra | |
206 | |
revolución filipina, platanar, protestantismo | |
225 | |
Mariano Pérez, Padres Agustinos, Padres Dominicos |
No brotó en los campos de la gloria el árbol de tu triste independencia : nació como un aborto de la historia, surgió como un hedor de pestilencia, como el miasma mefítico de un lago, como el mal de una pútrida conciencia. No espere nunca el lisonjero halago de inmarchito laurel tu saña impía, nacida para el luto y el estrago. Ni sueñes que la gloria te sonría; que la revolución es el castigo que Dios a un pueblo delincuente envía. La fiebre de odios que tu pecho agita ya es más que... - Page 148
Villa, dirigiendo la palabra á dos caras blancas que se asomaban á la ventana próxima y que por el pronto creímos que eran las de dos españoles. Se nos intimó que nos detuviésemos, vueltos á Villa. Imagínese las proporciones que tomaría nuestra vergüenza, allí, á lo largo de una de las calles más céntricas de la población, desarrapados, sucios y tostados por el urente Febol que en todas nuestras confusiones por los lugares públicos, parecía haberse declarado nuestro irreconciliable... - Page 106
... pestilencia, como el miasma mefítico de un lago, como el mal de una pútrida conciencia. No espere nunca el lisonjero halago de inmarchito laurel tu saña impía, nacida para el luto y el estrago. Ni sueñes que la gloria te sonría; que la revolución es el castigo que Dios a un pueblo delincuente envía. La fiebre de odios que tu pecho agita ya es más que fiebre vértigo iracundo, cráter que horrores sin cesar vomita. ¿Porqué, porqué, escadalizando al mundo, se ensaña hasta en el mismo... - Page 149
Fue como el barómetro que marcaba la altura de nuestra caída, caída espantosa, caída de ángeles. La cumbre del bienestar habíase hundido hasta el abismo de la miseria. Ayer erguíase nuestra frente á los cielos, hoy estaba cosida con el polvo. Ayer sonreíanos halagadora la fortuna, hoy azotábanos humillante la desgracia. Ayer ministros del altar, hoy juguetes de la plebe... Pero huelgan las paráfrasis: la frase del americano es suficientemente sugestiva. - Page 106
Febol que en todas nuestras confusiones por los lugares públicos, parecía haberse declarado nuestro irreconciliable enemigo. «¡Qué cambio más atroz» — exclamó inopinadamente el que representaba más edad entre los dos presuntos europeos, rompiendo en seguida á cuchichear entre sí en inglés. Aquella frase sacudió en nuestro cerebro todas las ideas, haciéndonos apreciar toda la rudeza de nuestra desgracia. - Page 106
Corporaciones religiosas esa prensa filipina, que no es ni filipina ni prensa, sino infeccioso desaguadero á donde van á parar todas las excreciones sectarias. Para echar abajo reputaciones seculares necesítase algo más talento que el que tienen esos inmundos percebes.... Porque la verdad, á juzgar por las chilindrinas y bufonadas de que salpimentan sus columnas los aludidos papeles, debe colaborar en ellos cada pedazo de zacatero! - Page 196
Muchedumbre de gente de todas edades agolpábase á las orillas de la calzada, por donde pasábamos, cuchicheando entre sí y aumentando con sus bisbíseos impertinentes nuestro rubor de contemplarnos en tan mísero porte. Antes de llegar al edificio, que decían Comandancia, muchos sentimos frío en el corazón: á una de las ventanas... - Page 106
... del agrado de todos, pues únicamente en el cielo poníamos nuestras esperanzas. Desde aquel mismo día rezóse en comunidad el rosario, mañana y tarde, y mañana y tarde se tenían también las meditaciones, estatuyendo ciertas horas de recogimiento y de recreo; por manera que nos vimos de improviso vivienda la vida deliciosa del claustro que toda respira virtud. - Page 87
... donde nada muere, donde todo es embriaguez eterna del alma que siéntese sumergida en un océano de edénicas venturas. ¡Cuántas veces ese recuerdo embriagador dejó caer á manera de rocío de consuelo sobre nuestros hondos pesares, calmándolos de igual modo que las lluvias calman los mares embravecidos! Titulábase el libro por el cual teníamos la meditación. «El Consolador de los Afligidos, - Page 88
Memorias del cautiverio(páginas de la Revolución filipina)by Graciano Martínez - Philippines - 1900 - 232 pagesWashington, D. C., Micro-card Editions, 1963. 2 cards. 8 x 13 cm. No preview available - About this book -
Add to my library
|
©2008 Google |